Grupos empresariales y consolidación fiscal
¿Qué es una sociedad holding y cómo funciona?
Muchos grupos empresariales han ido creciendo y diversificando sus actividades en diferentes empresas. En la actualidad, la forma más habitual de estructurarse es a través de una sociedad cabecera (holding) que concentra el control y la gestión del grupo.
Este esquema es típico en grupos familiares consolidados, y se puede alcanzar mediante operaciones de reorganización societaria con aplicación del régimen de neutralidad fiscal del Impuesto sobre Sociedades, siempre que se cumplan los requisitos legales.
Ventajas de una estructura holding
La organización del patrimonio y de las actividades empresariales a través de una sociedad holding constituye una estrategia cada vez más utilizada por grupos familiares y corporativos, no solo por la eficiencia que aporta en la gestión interna, sino también por las importantes ventajas fiscales y de planificación que ofrece. Esta estructura permite centralizar la toma de decisiones y, al mismo tiempo, establecer un marco de protección y diversificación para cada línea de negocio.
- Canalizar las distintas unidades de negocio en sociedades independientes, diversificando riesgos. De este modo, cada actividad queda perfectamente diferenciada, lo que facilita su control, seguimiento financiero y gestión de riesgos. Si una de las sociedades incurre en dificultades económicas, la responsabilidad queda limitada a dicha filial, protegiendo al resto del grupo.
- Ubicar inmuebles, marcas u otros activos de valor en la holding o en filiales independientes, que los ceden en arrendamiento o licencia al resto del grupo. Esto permite separar estratégicamente los activos más relevantes de la actividad operativa.
- Financiar proyectos de forma separada desde la sociedad cabecera, que recibe ingresos por servicios centrales, intereses, dividendos o plusvalías. La holding puede actuar como entidad financiera del grupo, asignando recursos a cada filial según sus necesidades específicas.
- Aplicar la exención por doble imposición en dividendos o plusvalías de ventas de filiales, cumpliendo determinados requisitos fiscales. Uno de los aspectos más relevantes desde el punto de vista fiscal es la posibilidad de aplicar esta exención, siempre que se cumplan los requisitos exigidos por la normativa del Impuesto sobre Sociedades.
¿En qué consiste el régimen de consolidación fiscal?
Uno de los aspectos más relevantes de este tipo de estructuras es la posibilidad de aplicar el régimen de consolidación fiscal en el Impuesto sobre Sociedades.
Este régimen es voluntario y permite que todas las sociedades del grupo (residentes en España) tributen de manera conjunta, en lugar de hacerlo individualmente.
Para optar por él, se exige que la sociedad dominante tenga:
- Una participación mínima del 75% en las filiales (directa o indirecta).
- La mayoría de los derechos de voto.
La decisión debe aprobarse por el Consejo de Administración de cada sociedad y comunicarse a la Agencia Tributaria antes del inicio del período impositivo en que se aplicará. Una vez adoptado, se mantiene de manera indefinida salvo renuncia expresa.
Principales ventajas del régimen de consolidación fiscal
- Tributación por el beneficio neto del grupo, compensando pérdidas de unas sociedades con beneficios de otras.
- Aprovechamiento máximo de las bases imponibles negativas y deducciones.
- Eliminación de beneficios en operaciones internas (servicios, dividendos, inmovilizado, etc.).
- Exención de la obligación de practicar retenciones entre sociedades del grupo.
- Reducción de riesgos en operaciones vinculadas y exoneración de documentación interna en muchas de ellas.
¿Conviene aplicar la consolidación fiscal?
La consolidación fiscal ofrece ventajas fiscales y operativas significativas para grupos empresariales con una estructura holding. Entre ellas destacan la optimización tributaria, la simplificación administrativa y la reducción de contingencias fiscales.
No obstante, cada caso es distinto. Lo que para un grupo puede ser una ventaja inmediata, para otro puede representar un nivel de complejidad innecesario. La decisión debe adoptarse tras evaluar la situación concreta del grupo empresarial, sus resultados esperados y sus objetivos de crecimiento.
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